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Tras leer el fenomenal artículo de Delia Rodríguez sobre La larga cola y la absorción de Converse por Nike, cosa que muchos no sabíamos, conquistando entonces la también histórica marca del stick de la victoria la cuota de mercado adjudicado a los incondicionales de las legendarias Chuck Taylor, a uno le da por recordar la de generaciones que se han enfundado sus extremidades inferiores en aquellas endebles zapatillas de lona convertidas desde hace tiempo en otro icono más que agregar al extenso inventario de la cultura popular del siglo XX.

Quién le iba a decir al bueno de Marquis M. Converse allá por el 1908, cuando abrió su primera fábrica en Malde (Massachussets), que se convertiría en el dueño y señor del calzado deportivo, sobre todo a partir de 1923 cuando creó el modelo All Star para el jugador de baloncesto de moda de la época, Chuck Taylor. Tal reinado duró hasta más o menos los setenta, cuando aparecieron nuevas firmas que presentaban calzados más aptos para el deporte que las Converse, con las que uno se podía torcer el tobillo fácilmente al tomar tierra tras hacer un cutre mate en las canastas de minibasket del cole y llegar a casa con la pata chula, nuestra madre gritando asustada como si llegásemos de reconquistar el Peñón, y nosotros con cara de gilipollas por tratar de emular a los héroes de Ramón Trecet y su Cerca de las Estrellas.

Las causantes de su sentada en el banquillo fueron marcas como Reebok, Adidas o Nike, ese pequeño pez que se convirtió en ballena para engullir más tarde a su antigua rival como si de un Jonás se tratase, quizá más por dar un aviso a navegantes que como castigo divino por aquella especie de monopolio deportivo que Converse ejerció durante casi medio siglo.

Pero a sus nuevos propietarios les salió rana su nueva adquisición ya que, en lugar de acatar sumisas las directrices que marca el stick de Nike, las viejas All Star, cual flautista de Hammelin, tararearon una misteriosa melodía que, siguiendo el ritmo que marcaban sus cordones, tan sólo entendían sus fieles acólitos, aquellos que año tras año se dejan los cuartos en lo que unos interpretan como un símbolo de rebeldía, otros de alternativismo, y los más de pura estética atemporal. Pero bueno, al fin y al cabo, Nike sigue ganando, que es lo único que les importa.

Incluso muchos de nosotros sufrimos en propias carnes que nuestros pinreles fueran adornados por tan peculiares botas, bueno, más bien vulgares imitaciones patrias en un tiempo en el que el imperio chino aún no había colonizado ese tipo negocio. Me refiero sobre todo a aquella época adolescente en la que las nuevas firmas marcaban el rumbo de nuestra conducta, consiguiendo que la iconografía de determinados logotipos neutralizasen a su antojo a nuestras escasas neuronas, hasta convertirnos en una especie de zombies devoradores de marcas que perdíamos fuerza con las All Star o henchíamos el pecho con unas Nike Air Jordan.

Sin embargo, a lo largo de la historia, este peculiar calzado ha sido utilizado por estrellas de cine, de la música, tribus urbanas, etc. Desde hippies de la generación del Flower Power a punks como los Ramones, cuya estética de chupa de cuero, camisetas, vaqueros rotos y All Star fue imitada hasta la saciedad por cientos de rockeros. Por cierto que los rockers también tiraron de All Star como fondo de armario de su vestuario, y los grupos de grunge made in Seattle, y los alternativos españoles que cantan en inglés, y los pijos que van de desaliñados, y así hasta mil.

Unas zapatillas que fueron las primeras en rotular el nombre de un jugador en el parche del tobillo, ya quisiera Beckham, con las que se apoyaba James Deam al sentarse en el capó de su Pequeño Bastardo, o lucieron alguna vez cualquiera de los Rolling, sobre todo Keith Richards, que le dan un aspecto aún más de maldito, si es posible eso, claro. También las lució Travolta en Grease, tanto en los números musicales como cuando le da por practicar baloncesto para hacerse el deportista y se pone a echar una pachanga con los compis de clase con un estilo mezcla de Petrovic y Charles Bronson que si lo pilla Aíto lo degrada a los alevines del Cotonificio. Incluso se las calzó Milikito en sus tiempos de showman televisivo para darle el toque salao al smoking.

A principios de los sesenta nace una nueva versión, la All Star de corte bajo u Oxford. Y es a mitad de esa misma década cuando aparecen las All Star de colores, ya que hasta ese momento tan sólo las había en blanco y negro. Variedad cromática que incrementaría sus ventas y multiplicaría las posibles combinaciones con el resto de atuendo de cada consumidor. Gente como Bruce Springsteen, Lenny Kravitz, David Bowie, o la mayoría de la gente de la Movida se las calzaron alguna vez. Y seguirán calzándose espero que por muchos años pues un atuendo juvenil que lleva tantos años en activo, me atrevería a decir que es de los pocos que ha gozado ininterrumpidamente de un consumo mundial, no debería desaparecer del mercado ya que, aunque algunos les pese, las Chuck Taylor All Star forman parte de nuestra historia.

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