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Londres, 1964. Dos pandillas de jóvenes tienen locas a las fuerzas de seguridad con sus continuos enfrentamientos. Son los rockers y los mods. Con el tiempo, estas hordas juveniles agrupadas en torno a una estética y música determinada se las denominará tribus urbanas. Tal estilo de vida, con batallas campales en Brighton dignas de Braveheart, fueron reflejadas en una película de culto, Quadrophenia, y pese a que han pasado casi cuarenta y cinco años desde tales hechos, y casi treinta de la película, sigue manteniendo la frescura, convertida ya en un referente sobre películas de bandas juveniles.

Los mods irrumpen a finales de los años cincuenta, en la Inglaterra industrial y obrera, que se recupera de los desastres de la última Guerra Mundial. Un gran número de jóvenes empiezan a flipar con el Modern Jazz y les gusta lucir los modelitos de sus máximos exponentes. El término mod viene de modernista. Ya en los sesenta amplían sus horizontes y también se hacen fanáticos de la música Soul, del Rhythm and Blues, y sobre todo de la música Ska. Es en esta época cuando se asienta definitivamente su kit estético: Parkas verdes, trajes y corbatas estrechas, botines, las camisas Ben Sherman y los polos Fred Perry. Y por supuesto, como buen mod que se precie, siempre a lomos de una Vespa o Lambretta, las mejores scooters de todos los tiempos. Si a todo esto le añadimos las degustaciones de anfetaminas y como banda sonora de fondo la música de los Small Faces, The Kinks o los Who, ya tenemos el retrato de un mod de libro.

Y como en toda etapa adolescente, donde el concepto de grupo es básico y sirve tanto de refugio como de ariete con el que embestir a posibles enemigos de tal hermandad, estos jovenzuelos espoleados por sus embravecidas hormonas se buscaron unos rivales a su altura con los que poder descargar un explosivo coctail de rabia contenida y juventud.

Los elegidos fueron los rockers, tipos duros, con chupa de cuero, patillas, motos de bastante mayor cilindrada que las de las vespas y amantes también tanto del rock´n´roll como de las peleas. Peleas entre estas dos tribus que llegaron a ser épicas, con múltiples altercados, sobre todo en 1964, que hicieron cargar de trabajo extra a los polis de la pérfida Albión durante unos cuantos meses.

Cuando todo esto quedaba ya como parte de la historia, en 1979 llegaron los Who con las rebajas. Basada en una obra musical de Pete Townshend que interpretaba junto a sus compis, se convierten un productores del film, mientras que el director de Quadrophenia fue Franc Roddam, un debutante, que pese a su inexperiencia, plasmó con tino las aventuras Jimmy (Phil Daniels) y su pandilla de mods en peregrinación por Inglaterra hasta llegar a Brighton, mítico santuario mod, con muy poco presupuesto y rodado casi todo en exteriores de Londres y Brighton.

La película resulta entretenida y, para mi gusto, no se ha quedado antigua, logrando envejecer dignamente. Hace un par de años Universal sacó una edición especial con dos dvd en la que detallaba en los extras gran cantidad de anécdotas de la peli que no tienen desperdicio. Como que para el rodaje de las escenas de fiestas juveniles, a los actores les refrescaban el gañote con agua de fuego de verdad y más de uno improvisaba con etílicos registros de su cosecha. En la mítica pelea en la playa de Brighton, muchos de los extras eran mods que tuvieron que tragarse sapos y culebras, bajarse de las scooters y calzarse la chupas y botas de rockers para igualar el número de combatientes en los dos bandos. También mola mucho lo de que el callejón donde Jimmy y Steph echan un caliqueño mientras en la calle caen chuzos de punta, se haya convertido en otro lugar de peregrinación para los mods actuales, y que sobre dicha escena, por cierto, corra la leyenda de que el polvote fue real… Por último, muy buena es también la aparición de Sting como mítico líder mod, Ace Face o As de oros en versión española, con una moto a la que todos los mods le hacen ojitos, y que durante el rodaje daba calor a sus compañeros con sus primeras maquetas de Police, y el dire llegó a decir cuando escuchó Message in a bottle, “no creo que llegue a nada”, por no decir “qué malo es el rubiales este pesao”, o algo así. Desde luego, el director, todo un vidente.

La peli tiene incluso hasta moraleja, que nos llega de la mano de Jimmy, su protagonista, quien gracias a todo lo que le va ocurriendo en sus correrías mods, descubre la verdadera realidad que le rodea y que le hace despreciar todo aquello que hasta hace poco idolatraba y que lo habían convertido en un auténtico gilipollas.

Como fin de fiesta decir que el nombre de la peli, Quadrophenia, el título de la obra musical de los Who, significa algo así como cuatro esquizofrenias, las cuatro personalidades que Jimmy intenta asumir durante la película para llegar a ser un mod total. La música, la chica, los enemigos y por último, su deseo en convertirse en el nuevo As de Oros –igual a Sting no le hacía ninguna gracia- y convertirse entonces en lo más de lo más. Les recomiendo que la vean, pueden pasar un buen rato, y aunque el metraje es de casi dos horas, se hace amena e igual terminan la peli cantando el Somos los mods que Jimmy y los suyos gritan en los momentos álgidos de la peli.

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